¿Sabías que el acto de estirar tiene muchos beneficios físicos y emocionales? Sobre todo si lo hacemos a primera hora de la mañana. ¡Levántate, anímate y estira!
Al estirarnos, nuestra circulación aumenta, los músculos se contraen llevando más sangre al corazón y los pulmones se llenan de oxígeno. Los estiramientos se deben hacer de forma pausada y progresiva, manteniendo un buen apoyo para evitar contracciones de otros músculos. Por este motivo, si solo dispones de cinco o diez minutos, no debes forzar para lograr estirar al máximo, para esto se necesita un mínimo de 45 minutos.
Con el simple hecho de respirar y hacer estiramientos de nivel muy básico, ya es suficiente para activarnos. Intenta mantener diez segundos en cada posición. No estires con rebotes ni tirones para conseguir mayor flexibilidad porque puedes lesionarte. Ten en cuenta que cuando el cuerpo está en reposo, utiliza más oxígeno, la respiración es menos profunda y la sangre circula de forma más lenta, por lo que al despertarnos está más pesado, por eso hay que tener especial cuidado y no pretender grandes logros en pocos minutos. Pero es muy positivo ejercitarlo aunque sea un corto tiempo, ya que al hacerlo, se activa nuestra musculatura y por consecuencia nuestro cerebro.
Cuando estiramos, se liberan endorfinas en el cerebro que lo estimulan al punto de hacernos sentir placer y bienestar, tanto físico como emocional. Si además bostezamos, la sangre se enriquece aún con más oxígeno, lo cual permite que se eliminen mejor las toxinas. También se reduce la tensión muscular y mejora la coordinación, permitiendo un movimiento más libre que nos previene de lesiones y calambres.
Planifica los estiramientos en base a tus posibilidades y agrégalos en tu agenda; puedes hacerlo dos o tres veces por semana, de cinco a diez minutos, por ejemplo. Organiza tus mañanas, y si no, algún momento del día. La cuestión es que comiences y que sigas la rutina que tú te establezcas. De a poco sentirás los beneficios y no querrás dejar de hacerlo.
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